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QUIEN OLVIDA SU PASADO CORRE EL RIESGO DE REPETIR SUS ERRORES

25.4.23

MYK, otra de esas marcas de electrónica que han caído en el olvido

Sí, electrónica y electricidad era la especialidad de MYK, que se dedicaba a la fabricación de un sinfín de artículos, incluyendo estufas, cafeteras, tostadores..., y hasta calefacciones. Eso sin olvidar que fabricaban también herramientas menores de ferretería. Casi nada.
Situada en la popular Mondragón (en Guipúzcoa, famosa por la Corporación Mondragón, gestada por el sacerdote José María Arizmendiarrieta, y que luego daría lugar a Fagor), en concreto en el Barrio Musakola, era una firma de Pablo Querejeta, uno más de los impulsores del desarrollo industrial de la zona durante los años 40 y 50, pero al que acompañaban también Talleres Mondragoneses de Precisión (EJE), Facundo Uriarte, Industrias GA-BAI (fabricante de artículos de ferretería y de carrocería), Industrial Gorosábel (fabricante de artículos de ferretería y tornillería), Balanzas Mondragonesas (Gregorio Mancebo), Juan Uribechevarría, 'Cometal', Industrias Ansoategui, Industrias Masep (artículos de ferretería, estampación y troquelaje), Industrias Nito, Talleres Eguidazu, Santiago Bastida, Juan Olabe, Industrias Bulge (dedicado a la fabricación de ganchos para coser correas de cuero), Carmetal, Industrias Iru-Bide, Industrias Feliciano Aranzábal, Magdalena Osla... Además de frigoríficos de la firma Roneo, cerraduras y candados de UCEM, molinillos de café y picadoras de carne de la empresa Elma, estropajos metálicos de ASAM, calibres de EJE, y un largo etcétera.
Pablo Querejeta era un antiguo trabajador de Unión Cerrajera, pero tras la Guerra Civil no fue readmitido en la empresa y se quedó en el paro. Entonces decidió poner en marcha su propia compañía de aparatos eléctricos e incluso convertirse en distribuidor de los aparatos de radio marca Inter, todo ello no exento de dificultades puesto que llegó a estar al borde de ser un indigente, como muestra esta carta fechada a principios de los años 50 y gentilmente cedida por el fondo del sacerdote José María Arizmendiarrieta, en donde explica cómo todavía tenía que vivir en las antiguas casas de la Unión Cerrajera. No fue el único, casos similares los vivieron los creadores de Industrias Gorosabel, Feliciano Aranzabal, Iru Bide, o Gregorio Mancebo. Eran tiempos en los que uno podía montar un taller eléctrico, encontrar en su entorno todos los componentes y proveedores para hacer aparatos, y labrarse un futuro con ello. 
Pablo Querejeta, por su parte, consiguió superar todas las dificultades; este anuncio de finales de los años 50 lo demuestra.



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