Dicen que no se hacen ya cremalleras como antes, que ahora son chinas y que rompen en un suspiro. Y es verdad. Sin embargo, en los años 50 compañías como Areitio S. L. permitían al consumidor acceder a cremalleras de primera calidad, de hecho de las mejores del mundo, con patentes y licencias de firmas de Estados Unidos. En Areitio ofrecían cremalleras Nu-Zip y Streamline, de la G. E. Prentice MFG. Co., sita en Connecticut, Estados Unidos. La G. E. Prentice estaba considerada de lo mejor del sector, de hecho sus cremalleras habían sido utilizadas en uniformes y demás enseres de los distintos ejércitos norteamericanos en las dos guerras mundiales, siendo su proveedor oficial de cremalleras para equipamiento personal.
Aunque Areitio S. L. fue famosa por las cremalleras, tuvo que terminar fabricando persianas metálicas hasta que terminó sus días.
Todo comienza en 1947 cuando los hermanos Areitio, José y Ángel, y el marido de la hermana de ambos, José Ayastuy, se mudaron desde Oñati a Vitoria, e inician los trámites para construir una fábrica. Inicialmente el ayuntamiento se niega, aduciendo que esa zona estaba destinada a espacios verdes (cosa que nunca se hizo, y de hecho actualmente es una zona edificada en la que sólo existe un pequeño parquecito). Así las cosas, los hermanos deciden entonces plantear al ayuntamiento otra parcela, que les es concedida. Es algo muy incomprensible, puesto que la nueva parcela que los hermanos habían solicitado estaba justo enfrente de la anterior, es decir, casi en el mismo lugar, por lo que resulta sospechoso qué intereses podría tener el ayuntamiento para denegarles el primer permiso y sin embargo aceptarles este.
Pero no se iban a terminar los problemas ahí, de hecho acabarían de empezar: un propietario de una parcela vecina dirige un recurso al ayuntamiento tratando de impedir que se construya junto a su terreno una fábrica, pero finalmente el gabinete municipal no acepta el recurso y el proyecto de los Areitio sigue adelante.
Tras otras ampliaciones y vicisitudes, la empresa consiguió perdurar durante cuatro décadas, no sólo fabricando con patentes de otras firmas como las de cremalleras, sino registrando las suyas propias (registró hasta 20 patentes); sin embargo la llegada de competencia asiática hizo que las buenas cremalleras ya no fueran rentables, y el complejo fabril terminó sucumbiendo, derruyéndose finalmente los edificios a principios de los años 90 para construir una zona residencial.
En las imágenes podemos ver el interior de la fábrica, cuando aún estaba en funcionamiento.
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