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QUIEN OLVIDA SU PASADO CORRE EL RIESGO DE REPETIR SUS ERRORES

28.11.19

Quizá sea ya hora de cambiar el modelo de economía


Leo en el último número de la revista "Encender", una interesante entrevista a David Martínez de Aguirre. En ella nos cuenta las duras condiciones de vida de las personas que trabajan extrayendo oro para multinacionales en Perú, en concreto en Puerto Maldonado (en donde se extrae el 70% del oro del país), a pesar de contar con ricas reservas naturales.

La frase que el periodista usa para encabezar la entrevista es enormemente impactante, y nos debería hacer repensar algunas cosas. Dice: "¿Es que se para el mundo si no consumimos como nos dicen? Pues busquemos otro modelo". En efecto, así es. Tú, y yo, y todos los que mantenemos esta economía capitalista, o de bienes de consumo, tenemos un poco-bastante de culpa de todo esto. Ese metal precioso que buscamos para adornar, o ese "gadget" que compramos "por comprar" es una de las causas del problema. Es un granito que hace que este mundo sea tan injusto.




En el resto del texto de la entrevista, David lo explica más concretamente, y dice así:

"Todo está interrelacionado, como decíamos antes, aunque los nativos no llevan los collares de oro que se venden en Europa. Y las consecuencias, bueno, son las propias de este mundo nuestro. Me refiero a este consumismo inagotable, este generar constante de necesidades insaciables. Nos falta la conciencia crítica de decir: vamos a parar. Ya no necesito más. Hay quien concibe el mundo de otra manera. Los hay que dicen que si no consumimos, la economía se detiene. Pero si esto fuera verdad, ya es hora de ir buscando otro modelo".

Todos los científicos lo saben, desde hace años, y nos lo llevan advirtiendo como lo llevan haciendo respecto al calentamiento global: la tierra, nuestro planeta, no da para más. El problema es que el modelo de consumismo actual se sustenta sobre la base de unos recursos inagotables, pero en la práctica eso no es así. De hecho, este pasado mes de junio se superaron los recursos que la Tierra es capaz de abastecer por todo un año, ahora estamos usando recursos que están por encima de las capacidades del planeta. Se calcula que para vivir como la sociedad occidental lo está haciendo, ahora se necesitarían dos planetas y medio. Y la cuenta va aumentando cada vez más.


Hay una cuenta en Instagram que me llama mucho la atención. Se denomina "coches que son de metal, no de plástico", y se dedica a poner automóviles antiguos de metal. En aras de una mejor economía y ecología, los automóviles actuales están hechos, en gran medida, de plástico. Sobre el papel eso está genial: son más reciclables, se tarda menos tiempo en construirlos, y se usa menos energía en su fabricación. Pero eso no sirve de nada cuando tu auto de ahora tienes que cambiarlo cada cinco años (los fabricantes buscan una expectativa de uso de máximo diez años), mientras que los antiguos automóviles duraban toda la vida del comprador, e incluso lo heredaban sus hijos.

Dicen que los de ahora tienen tecnología más limpia, pero se puede poner un motor moderno a un coche antiguo sin problemas, aunque en países como España sea casi imposible - por las trabas burocráticas - hacerlo.

En relojes estamos con lo mismo: se pueden utilizar relojes solares, relojes con capacitadores que nunca se agoten y que puedan funcionar durante toda la vida, pero nadie lo hace. En su lugar, se prefiere las baterías, o las pilas de un par de años de duración. Son productos hechos y pensados para que adquiramos otros.


Y suma y sigue... Ayer precisamente hablábamos en Duraderos de los nuevos encendedores de arco de plasma, una tecnología que se está poniendo muy de moda. Así que hasta para un encendedor tenemos que usar una batería, recargarla y, luego, tirar el encendedor entero y comprar otro. Genial para los fabricantes, pero no para nosotros ni para el planeta. En teoría, esos encendedores duran seis años, en la práctica pon cuatro o cinco, con mucha suerte. Yo llevo con un encendedor de gasolina casi diez, ¿llegaría uno de plasma o jet a ese extremo? Lo dudo mucho.

Hace un tiempo me puse en contacto con Clipper, el caso es que ellos tenían uno a gasolina, pero en su lugar han dejado de venderlo, decantándose por los modelos jet o turbo. La razón es que a nadie le interesa fabricar modelos duraderos, la mismo Zippo intenta que el consumidor adquiera sus encendedores a gas o de plasma, y ya no hace sus modelos de gasolina como antaño (si tienes un Zippo de hace treinta o cuarenta años, cuídalo como oro en paño, ya no los fabrican así). Ellos mismos no dudan en recomendar que sus modelos de gasolina actuales son solo "para coleccionar".


Si pasamos al terreno de los bolígrafos otro tanto, al de los smartphones, incluso a la ropa. Todo hecho, pensado y diseñado para que sigas comprando, para que no se pueda reparar, para incitar tu lado de que siempre tienes que estrenar algo. Y cuidado con eso. Conozco a una chica, de una clase social alta, tan adicta a la necesidad de estrenar lo que fuera para sentirse bien, que acabó robando en unos grandes almacenes. Su vida quedó marcada por ese error para siempre.

Las marcas potencian lo bueno, lo vemos en los anuncios, la felicidad nos viene en un bonito envoltorio. Pero nos esconden adrede lo que está por detrás. Eso no quieren que lo veamos. Es psicología básica del marketing.

Yo recuerdo que cuando era niño esto no ocurría. Si tu zapato se rompía, lo llevabas al zapatero y te lo reparaba. Lo mismo la nevera, la televisión, la radio... Incluso vendían piezas o kits para que lo reparases tú mismo. La mayoría de las cosas tenían arreglo, la bombilla de tu coche podías reemplazarla tú mismo, y no era necesario cambiar el faro entero. Pero esto dejó de ser como era. Yo lo llamo "el mundo BIC", porque se parece a uno de sus populares bolígrafos: lo usas, se acaba la tinta, y vas a estrenar uno nuevo. No es broma, porque en mis tiempos de colegial me encantaba estrenar un nuevo BIC. El problema es que, tras los primeros momentos de "excitación", a media mañana se te había pasado la ilusión de aquel bolígrafo. Una excitación que las primeras veces te duraba media hora, luego cinco minutos, y al final ya ni eso.


Y es así como ocurre hoy: estrenamos para tirar. Reconozco que tengo una grata sensación cuando le cambio la carga a mi viejo bolígrafo, y veo su construcción en metal, o cuando reparo mi vieja bici sin "rarezas" modernas, y que solo requiere un engrase de cuando en cuando para llevarme de uno a otro lugar.

Reconozco que esa sensación no la he tenido con casi ningún objeto actual, "gadgets de tienda chinos" como los llaman ahora. Sigo pensando que cada vez se hacen productos peores. Mis discos duros de hace diez años funcionan todos, de los últimos que compré, apenas llegaron al año. Con los pendrive lo mismo, con los smartphones lo mismo, y con casi cualquier otro objeto de los que tengas a tu alrededor. ¿Cuantas cosas tenemos en casa de uso cotidiano con más de veinte o treinta años a sus espaldas - que no sean un cuadro, claro -? Casi seguro que ninguna. Pues esta fórmula tiene que cambiar, y deberá hacerlo por las buenas o por las malas. Porque si no la cambiamos con la excusa de que los poderosos tienen que seguir ganando dinero con nuestras compras, deberemos pensar que no serán ellos cuando todo se derrumbe quienes nos sostengan. Ellos volarán a su paraíso, en cualquier búnker o cueva donde sea que lo tengan. O quizá en una torre, como Trump. Una torre hecha de cristal para seguir viviendo en su idílica burbuja de suntuosidad, vanagloria y sueños.

| Redacción: Estación Telegráfica / EstacionTelegrafica.cc / EstacionTelegrafica.blogspot.com

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