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QUIEN OLVIDA SU PASADO CORRE EL RIESGO DE REPETIR SUS ERRORES

11.6.23

Cuando los peines no se encontraban en un bazar de los chinos, y se hacían en España

Es cierto que incluso en "tiendas de chinos" se pueden encontrar peines de marcas españolas, pero si nos fijamos detenidamente son de importación, no de fabricación española. No ocurría así en los años cincuenta, en donde peinarse era una necesidad básica de cuidado y elegancia y, por ello, el peine muy importante. 
Una de las marcas que por aquél entonces se podían encontrar en las tiendas era Badi, cuyo nombre lo tomaba de su fabricante, Badioloa Hermanos, con factoría en Zumarraga (Guipúzcoa). Estos peines tenían una distribución muy grande, y se les podía encontrar en centros comerciales como El Corte Inglés o Galerías Preciados. Eran tan famosos que, se decía, "en Zumarraga hasta los calvos usan peine".

La compañía Badiola Hnos. nace en 1914, cuando Fructuoso e Ignacio Badiola comienzan a fabricar rejillas, inicialmente de mimbre y luego de junco. Tomaron el relevo los ocho hijos de Fructuoso: Ramón, Angel, Gregorio, Nicolás, Hilario, Juan José, Lázaro y su hermana Romana (algo inusual en la época que una mujer tuviera un cargo de esa índole, aunque se cuenta que ella trabajaba en labores del hogar, principalmente), a quienes les hizo socios de la firma por igual sus padres. Por aquellos tiempos el material de junco era muy útil, porque sustituía al plástico en muchos elementos como, por ejemplo, los asientos de trenes y autobuses (uno de los principales clientes de los Badiola era, precisamente, el Metro de Madrid). 
Cuando la guerra estalló en 1936 el junco fue cada vez más difícil de conseguir, pero los hermanos no arrojaron la toalla y, viendo que Artiz -una antigua empresa de peines- había dejado el negocio, decidieron ellos comenzar a fabricar este artículo. 
Los peines de Artiz estaban hechos de madera, pero los Badiola los comenzaron a hacer de astas de animales para luego pasar al celuloide, todo ello requería mucha mano de obra, horas de trabajo, y el proceso era muy artesanal. Todo cambió cuando decidieron pasarse al plástico, época de mayor esplendor de la compañía que llegó a tener hasta 113 trabajadores en plantilla a finales de los años 60.

Aunque los mejores peines estaban hechos con celuloide que les llegaba de Suiza e Italia, quienes les proveían de materia prima era la Unión Explosivos Riotinto. Los hermanos Badiola reservaban su marca más antigua (Badi) para los peines de mayor calidad, y los más baratos de plástico los vendían bajo la marca Bambú. Tenían peines de todo tipo, incluyendo innovadores peines "de ediciones especiales" de los equipos de fútbol más famosos de la región (la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao), y peines "sanitarios" contra los piojos (contra liendres), más estrechos.
Dado que ir despeinado era lo peor que le podía ocurrir a un caballero o a una dama en la época, todo el mundo llevaba un peine en su bolso o en el bolsillo de su pantalón o chaqueta, y lo sacaba para "repasarse" cuando era necesario. También los peines Badi animaban a ello, con mensajes de recuerdo en cada uno de los envoltorios diciendo: "Nunca olvide en su bolsillo un peine Badi"; "péinese bien con el peine Badi, Señora".

Por cierto que Badi no solo fabricaba peines, sino que también acabó ofreciendo otros valiosos productos de tocador como vasos o jaboneras.
La firma Badi acabó cerrando, pero años más tarde, en 2014, una compañía madrileña adquirió la marca para transformarla en Peines Carey & Badi, S. L. (aunque cualquier tiempo pasado fue mejor y actualmente su dominio está en venta, y desde 2020 no ha tenido movimiento alguno así que suponemos que no les habrán ido bien las cosas).

Como nota curiosa, al ver que cerraban la fábrica una ferretería de Guipúzcoa (Goikothermik) decidió adquirir todas las existencias que quedaban en la empresa, haciéndose con todos los restos que les quedaban a los trabajadores, para comercializarlos en su local. Los trató de distribuir, pero al ser tan antiguos y no disponer de códigos de barras no fue posible para cumplir con los requisitos legales. Los peines de Badi dejaron de ser competitivos porque su proceso de fabricación era más caro que los nuevos peines del mercado, por lo que se vieron obligados a cerrar sus puertas. Una pena pero ahora, quien tiene un Badi original tiene un tesoro.


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