Pocos saben que Albertia (en realidad Aranzabal S. A., que era el nombre de la compañía) era la firma que estaba detrás y que proveía a los tractores de Barreiros, e incluso que fabricaba para multinacionales de la talla de Caterpillar o Renault. Hoy, sin embargo, esta importante firma del sector agrario e industrial española está totalmente en el olvido. ¿Cómo pudo ocurrir esto?
Aranzabal S. A. nace el 23 de septiembre de 1938, cuando algunos de los hijos de Segundo de Aranzabal, tras la muerte de su progenitor, deciden instalarse en los antiguos locales de su padre para fabricar arados, materiales y piezas de ferrocarril y construcciones metálicas.
Segundo de Aranzabal había estado trabajando en el negocio de su padre, que era herrero, y además del trabajo había logrado sacar tiempo para estudiar dibujo técnico (aunque para ello debía recorrer caminando en muchas ocasiones los diez kilómetros de ida y diez de vuelta que separaban el taller de sus padres del colegio). Al poco de casarse decidió instalarse en Vitoria y pedir un crédito para abrir un pequeño taller, donde construyó famosos arados y herramientas especializadas (como un arrancador de árboles que fue muy demandado por ayuntamientos como el de Bilbao, San Sebastián y Pamplona, sin olvidar el propio ayuntamiento de Vitoria). También logró rediseñar el famoso arado francés Brabant para que pudiera trabajar con las tierras de labranza españolas (más duras), y consiguió fabricarlo mediante fundición (y no por forja), ya que en España en aquellos años apenas se disponían de medios para la fabricación en forja. También innovó llevando rodamientos por bolas a los aperos de labranza, algo inédito para la época.
Pero el éxito requería nuevas inversiones, así que se unió a la alavesa Ajuria y Urigoitia, especializada en arados pero sin las capacidades técnicas ni los avances de Aranzabal, aunque sí con capital. Ambas compañías, por tanto, se complementaban perfectamente y así surgió la Sociedad Regular Colectiva Aranzabal y Ajuria, para pasar luego a ser sociedad anónima bajo la denominación de Compañía Ajuria y Aranzabal, S.A..
Pero Segundo de Aranzabal muere a los 59 años, y parte de sus hijos retoman el negocio abandonando la anterior compañía, con lo que forman Aranzabal, S.A. Hasta el año 1976 la compañía fabrica aperos y piezas para todo tipo de industrias (del automóvil incluido) con un enorme éxito y crecimiento, llegando a tener para entonces talleres con una superficie de 7.000 m2. Comercialmente venden sus productos bajo la marca "Albertia", además de proveer a muchas otras empresas del sector. Barreiros Diesel (luego SIMCA) fue uno de sus clientes durante veinte años, supliéndoles en su negocio de automóvil, camiones y tractores agrícolas.
La firma llegó a tener hasta tres instalaciones de fundición (una de ellas en Burgos), con capacidad de cuatro mil toneladas de acero al año.
Pero a partir de 1975 comienzan los problemas, primero de tipo laboral con la conclusión del régimen franquista, y la abertura al exterior castiga fuertemente a la otrora poderosasñ firma metalúrgica e industrial, ya que tiene que competir en desigualdad contra el dólar estadounidense (con tipos de interés tan altos que rondaban el 16-20%). Así las cosas, llegan nuevos inversores que prometen redirigir la situación, la consultora Tecnialava da las directrices a seguir, pero como es lo habitual cuando entran este tipo de "consejeros", no hacen más que abocar al desastre la firma y acaba sus días a mediados de los ochenta apenas siendo la sombra de lo que en su momento fue.
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